Como su nombre indica, son fármacos para paliar el avance de la enfermedad. Deben ser prescritos por el neurólogo y bajo un seguimiento del médico de cabecera. Hay diferentes tipos dependiendo del avance de la enfermedad. De ahí la importancia de un diagnóstico precoz y realizado por el especialista.
Reciben este nombre todas aquellas terapias orientadas a la estimulación tanto cognitiva como física de las personas que padecen Alzheimer. Bajo el seguimiento de profesionales especializados se preparan programas individualizados de atención, dependiendo del grado y zonas de afectadas. Una de las últimas novedades en este tipo de terapias es el programa GRADIOR, un software informático mediante pantalla táctil que trabaja las distintas capacidades cerebrales. Está científicamente demostrado que los tratamientos no farmacológicos son en muchos casos más efectivos que la medicación. Así, la combinación de fármacos con las terapias no farmacológicas es la mejor opción de tratamiento para las personas que padecen Alzheimer. Es fundamental que desde el comienzo de la enfermedad se estimule cognitivamente a la persona. Esto va a retrasar el avance de la misma y va a proporcionarle una mayor calidad de vida. Los talleres de estimulación están pensados y creados exclusivamente para este fin. Son un espacio de tratamiento, pero a la vez, un lugar donde estas personas están cómodas, se sienten útiles y encuentran una motivación. Todo esto mejora su autoestima y su sensación de salud, lo que repercute directamente en su bienestar.
