Una vez detectados estos fallos es importante que se acuda al médico de cabecera para procurar un diagnóstico lo antes posible. Es importante que el diagnóstico sea realizado por un neurólogo, y debemos procurar que éste sea el especialista al que nos deriven.
En cuanto a los síntomas más comunes en esta fase podemos destacar:
Esta fase es la más desconcertante para los familiares, hay mucha confusión, no se sabe muy bien dónde acudir, incluso dudamos de que la persona esté realmente enferma. Es importante conseguir el buen diagnóstico del enfermo, buscar información a cerca de la enfermedad y formarnos. No debemos olvidar que sigue siendo autónomo para la mayoría de las tareas, y que sólo necesita una supervisión. No debemos dar importancia a sus errores y reforzar positivamente sus logros. Es importante que siga haciendo sus actividades, favorecer y realizar cosas que le resulten agradables. Se debe ir creando una rutina para realizar las actividades de la vida diaria (tener unos horarios de comida, de levantarse y acostarse, etc.) esto facilitará el cuidado cuando avance la enfermedad. Es fundamental el ejercicio físico, dar largos paseos y fomentar los hábitos de vida saludables.