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Fase avanzada – Grave

El agotamiento y la debilidad física de la persona que padece Alzheimer se hace patente en esta fase. Se produce una pérdida total de la identidad personal, no saben quienes son, la memoria reciente no existe y la remota está afectada. Además hay una ausencia total de de la autonomía personal. Dependen totalmente del cuidador y no debemos olvidar que siguen conservando la memoria emocional.

Los síntomas más comunes en esta fase podemos resumirlos en los siguientes:

  • Incontinencia urinaria y fecal.
  • Problemas con la alimentación y la nutrición.
  • Dificultad para comunicarse. Sólo articulan monosílabos o lenguaje incoherente.
  • Ausencia de autonomía. Necesita ayuda para casi todos sus movimientos.
  • Aparición de úlceras por presión.

Cuando se llega a esta fase, normalmente han pasado años de enfermedad, por lo que el cuidador principal conoce perfectamente a su enfermo, y en la ausencia del lenguaje verbal, los gestos y las caricias hacen mantener el contacto con él. Nuestro familiar va a ser receptivo a nuestras caricias y muestras de afecto. Podemos:

  • Cogerle y acariciarle.
  • Sonreírle con frecuencia.
  • Utilizar aquellos objetos personales queridos que evoquen en el paciente recuerdos agradables.
  • Mantener un tono de voz agradable, sin gritos.

Además es muy importante en esta etapa:

  • Mantener la higiene bucal.
  • Proteger e hidratar su piel.
  • Adecuar la alimentación a las necesidades nutricionales y de hidratación.

Ante cualquier reacción extraña que se observe es conveniente averiguar si puede estar producida por alguna dolencia física (dolor, fiebre, estreñimiento…). También es importante evitar en la medida de lo posible los ingresos hospitalarios y la colocación de sondas (tanto nasogástrica como vesical) ya que van a mermar considerablemente la salud y calidad de la vida del enfermo.

Para el cuidador principal esta etapa es de especial dureza. Estamos ante un fin que puede durar años, y se vive un duelo anticipado. Llegados a este punto, es muy duro tener que entender el comportamiento de la familia; ya que no han vivido con la misma intensidad el día a día y no entenderán cómo nos sentimos. Aquí, son muy frecuentes los sentimientos de soledad y de culpa. El cuidado de la persona se hace cada vez más complicado convirtiéndose la casa en un minihospital y el cuidador en un experto enfermero.

Es de vital importancia que el cuidador se prepare para esta etapa, es imprescindible el apoyo familiar y social; así como los recursos externos. Evitar el aislamiento, saber controlar los sentimientos de culpa y soledad, e ir preparándose para el adiós.

 

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